Entre los objetivos que contribuyeron a su creación, destaca el de encontrar un instrumento de unión entre todos aquellos socios y simpatizantes que sentían afición por practicar el canto en grupo.
De manera espontánea, surgió un reducido número de socios que, paulatinamente, ha ido creciendo, hasta llegar a los 66 componentes actuales, repartidos en cuatro voces: Sopranos, contraltos, tenores y bajos.
A lo largo de esta trayectoria se ha ido cultivando las voces, modulándolas con ritmo y armonía, gracias a las cuatro horas de ensayo semanales y al estudio individual. Gracias al esfuerzo individual y conjunto, bajo la dirección técnica de reconocidos profesionales se ha conseguido un nivel artístico capaz de abordar composiciones musicales de amplia dificultad.
Su denominación se debe a que se trataba del coro del Conservatorio Jacinto Guerrero, nombre que se ha seguido utilizando al abandonar esta institución continuando en la Escuela de Música Diego Ortiz de Toledo.